Primer Número de «Notas de Coyuntura» de la Asociación de Especialistas en Estudios del Trabajo

La Asociación de Especialistas en Estudios del Trabajo (ASET) de Argentina lanzó una nueva publicación. En su primer número, entrevistaron a especialistas sobre el Censo 2022. Difundimos y reproducimos en este post la nota a Nicolás Sacco, de OLAC, y compartimos el link al resto de la revista.

Gracias ASET.

Entrevista a Nicolás Sacco, Universidad Estatal de Pensilvania y OLAC

1) ¿Cuáles son las nuevas temáticas y/o formas de medición que se incorporaron en esta edición del Censo? ¿Qué razones existen para esta incorporación?

Si tomamos en cuenta estudios recientes sobre censos históricos, la experiencia europea y norteamericana, entiendo que en el Censo 2022 de Argentina, se dieron muy pocos cambios de fondo a nivel conceptual. De hecho, algunas de sus características mantienen cierta coherencia teórica desde el de 1991 hasta el de 2022. Pero sin duda hubo cambios.

Por un lado, lo más relevante que se ha dado es la sustitución de la definición de población: Es la primera vez en la historia censal de Argentina que la unidad de análisis a nivel población es de derecho (residentes habituales), cuando en el pasado se utilizó, sin excepciones, una definición de hecho. Hay muchas razones de fondo para hacer cambios como este, por mencionar sólo una de peso, las estadísticas vitales definen de derecho a su población. Si bien hace tiempo se venía proponiendo, desde distintos ámbitos (los organismos internacionales y parte de la comunidad experta, entre otros) esta modificación, la decisión final aparentemente se dio ante la posibilidad de incorporar la opción de auto-respuesta en línea, prácticamente imposible de implementar con un Censo de hecho. De cualquier modo, según el INDEC, los resultados de las primeras pruebas previas mostraron coherencia entre la población de hecho y de derecho.

Por otro lado, con respecto a las nuevas temáticas, se incorporó la pregunta por la autoidentificación de género, resistida en principio por parte del equipo del Censo. La narrativa oficial del INDEC señaló que fue agregada a raíz de la demanda de una sociedad en proceso de cambio, pero ya desde la academia se venía debatiendo sobre esta cuestión, y cuenta con antecedentes en otros países. Incluso se incorporó antes del 2022 en algunas encuestas oficiales. Si bien realizaron pruebas, pareciera haberse utilizado más para marcar una posición, que fundada en estudios de fondo. La literatura en ciencias sociales es todavía escasa sobre este aspecto. En la academia, hay un amplio debate entre los especialistas de género sobre si la autoidentificación de género en censos visibiliza o no a ciertos colectivos. Pero este debate no se dio. A la espera de los resultados, eso todavía está por verse. Ya que a pesar de las buenas intenciones y la necesidad de avanzar en ese sentido, quizás el Censo no sea la mejor estrategia para obtener datos sobre la población LGBTQ+ en Argentina. Creo que esta variable será también determinante para evaluar el auto-empadronamiento, que no garantiza la autodeclaración detodos los residentes del hogar. Es más, la preparación del Censo digital fue con mucha premura. Hubo poco tiempo para probar esta metodología y en Argentina, a pesar de los cambios recientes, convive mucho conservadurismo en temas de género, por lo que comunicar elecciones de sexualidad o identidad (en proceso de reconfiguración) sigue siendo una instancia problemática.

la eliminación de ocupación y situación conyugal. Esa decisión marca una nueva etapa donde las estadísticas oficiales basadas en censos de población se desentienden y no incumben en dos aspectos fundamentales del cambio social y demográfico, como es la estructura de las desigualdades familiares y ocupacionales.

Por último, a nivel población se distinguen otras modificaciones conceptuales que no me parecen tan relevantes, como el cambio en categorías de respuesta en algunas preguntas, y variables que pasaron de hogar a personas, tales como el autoreconocimiento étnico y discapacidad. Mucho se habló de la incorporación de un enfoque étnico en el Censo, pero esto no fue una novedad: en censos previos ya se habían realizado preguntas al respecto, si bien de otro modo. Voy a mencionar las que considero más relevantes: la eliminación de ocupación y situación conyugal. Esa decisión marca una nueva etapa donde las estadísticas oficiales basadas en censos de población se desentienden y no incumben en dos aspectos fundamentales del cambio social y demográfico, como es la estructura de las desigualdades familiares y ocupacionales. La forma en la cual se terminan decidiendo estos cambios, a puertas cerradas, es un serio problema para la producción de datos, ya señalado hace más de treinta años por usuarios expertos.

2) ¿Cómo puede impactar la autoadministración del cuestionario censal en los resultados obtenidos? ¿Se cuenta con alguna evidencia de la etapa de prueba piloto?

La literatura sobre el análisis de calidad de datos suele dividir en dos tipos los errores en los censos: los de cobertura y los de contenido. Aparentemente, y sin pruebas aun hasta que tengamos datos definitivos, la cobertura fue significativa. Probablemente gracias al auto-empadronamiento, que el INDEC calificó como “exitoso” dada la abrumadora respuesta en el Censo digital, tanto que sorprendió a usuarios, veedores internacionales y a productores por igual.

Resta evaluar si el crecimiento de población que se ve en los resultados preliminares anunciados el mismo día del barrido censal se dio a raíz de mayor respuesta u otras razones. Me animo a elaborar algunas hipótesis de trabajo para explorar a futuro: en los resultados autoadministrados, que representaron alrededor del 50% de las viviendas del pre-Censo, puede haber un equívoco en la definición de población de hecho y de hogar; otra opción a evaluar es la de un problema en la captación de datos: de acuerdo a diversas fuentes, los problemas en campo de los encuestadores con respecto a la captación de los respondentes en línea, las quejas de los usuarios con respecto al diseño y la seguridad informática, por problemas al loguearse, quizás pudo haber impactado sobre los resultados. Lamentablemente, no vamos a tener una encuesta post-censal para contar con más herramientas de juicio.

Otra avenida a explorar sería ver si el resultado de población total fue también un efecto colateral de la pandemia o se trata de un proceso demográfico que llegó para quedarse. Escucho especialistas rasgarse las vestiduras criticando el resultado del conteo poblacional preliminar que dio el INDEC el día del Censo, argumentando que no puede ser así, que cayó la fecundidad, que las migraciones no son significativas, o que la esperanza de vida al nacer no puede explicarlo. Vivimos todo el siglo XX en un contexto de caída de la fecundidad y sin embargo, la población continuó creciendo. Es más fácil criticar resultados sin pruebas que tomarse el trabajo de hacer una evaluación exhaustiva o revisar los supuestos detrás de las proyecciones de población. Podemos argumentar que la pandemia trajo cambios significativos en la dinámica demográfica. Ni hablar en cuanto a la mortalidad, la migración y la natalidad, algo que es transversal a todos los países y los mercados de trabajo. Algunos especialistas señalan un posible aumento de la migración: por suerte con el censo vamos a poder cotejar esas hipótesis y habrá que realizar estudios en todo caso para detenernos a ver cuáles fueron los factores de atracción de migrantes. De cualquier modo, están son ideas sueltas, si no fue por este fenómeno demográfico, y si en realidad hubo un aumento significativo de cobertura con respecto a censos anteriores, este Censo dirá mucho más sobre la cobertura de los censos previos de lo que esperábamos, y nos podrá servir como un nuevo “gold standard”. Esto serviría para realizar estimaciones y retroproyecciones de población y daría lugar a qué buena parte de la historia de la población (pasada y futura) pueda ser re-pensada a partir de los resultados finales de este Censo. Uno de los grandes condicionales que se hacen a la hora de planificar los censos es que se supone que la transición demográfica va a continuar su curso. Que no vamos a tener un exceso de mortalidad como lo que, en principio, parece que pasó durante el 2020-21, o situaciones no previstas, causas externas a la transición demográfica que sin duda obligaron al instituto de estadística a volver a repensar e incorporar cambios significativos sobre la parte operativa del Censo. En los dos años de pandemia lo que esperábamos de acuerdo con el marco interpretativo de la transición demográfica sin duda se trastocó. Los resultados de la prueba piloto del digital no están disponibles: el INDEC tomó esta decisión con pocas pruebas, aunque sus directivos indicaron que fueron positivos. De nuevo, hay que esperar a tener datos definitivos e informes oficiales para responder a estas preguntas. El hecho de que el conteo de población que se realiza en campo, los llamados resultados preliminares, no se hayan podido publicar por haber resultado de calidad insuficiente, nos da ya una pauta para comenzar a evaluar este Censo, en cuanto a cobertura.

Lo más relevante es que probablemente se encuentren mayores impactos en el contenido. Pensemos que los encuestadores tienen una capacitación amplia (que de paso menciono, fue bastante desprolija en algunos segmentos censales, de acuerdo con información de los actores en campo los días previos al barrido censal del 18 de mayo). Los cambios tecnológicos pueden ser aprovechados de diversas formas. Como usuario, y científico social, que es desde dónde me paro para analizar el Censo, creo que es válido no sólo evaluar los resultados obtenidos y la tecnología aplicada por sí solos, sino también como parte de un contexto histórico, institucional, legal y político bajo el cual se toman decisiones que sin duda impactan en la producción de datos y sus resultados, y por ende, en la lectura que de ellos podamos hacer. La pandemia trajo impactos presupuestarios, de calendario y de planificación. Las presiones (por parte de usuarios y del sector público) para fijar fecha para el levantamiento, probablemente incidan en la calidad de los datos. El cuestionario final y la modalidad de aplicación se decidió en muy poco tiempo: noviembre de 2021, y el operativo finalmente se dio en marzo del ‘22. Las pruebas que se hicieron del digital fueron realizadas en tiempo récord y no extraña que se haya saturado la web y la app el día del Censo. De acuerdo con algunos testimonios de censistas y jefes de radio los días previos al Censo, sabemos que la capacitación fue problemática, incluso nula en algunos segmentos. Por los inconvenientes con la plataforma, que además de ser necesaria el día del Censo, era la herramienta de capacitación fundamental, se dieron también bajas en los equipos, y reemplazos de último momento, con personas que se preparan con escaso tiempo y gracias a la voluntad extra de ayudarse unos a otros hablando por WhatsApp y organizando videollamadas con los que ya tenían experiencia o habían ingresado a la plataforma antes de que colapse. En censos anteriores se testeó la posibilidad de autoadministración y los informes fueron adversos, en particular en CABA, la región con mayor nivel educativo del país. Veinte años después, con esta capacitación problemática y la autoadministración, creo que vamos a tener resultados interesantes. El INDEC no publicó aún las pruebas sobre la aplicación autoadministrada, pero aparentemente las hubo. Creo que fue una apuesta arriesgada y rápida. Y dado el inesperado y alto nivel de respuesta (cercano al 50%), fue calificada rápidamente como exitosa por parte del INDEC y los organismos internacionales veedores el día de campo. Sus resultados están por verse.

Intuyo, sin pruebas, que quizás esta haya sido una de las principales razones que se dieron al momento de presentación del proyecto censo 2022, en agosto de 2021, con un cuestionario reducido. El INDEC tenía sus sospechas sobre la posible calidad de respuesta al contar con un cuestionario más amplio. Ese cuestionario, a propuesta de los directores, pasó por amplios recortes con respecto a las dos primeras pruebas piloto. La apuesta del cuestionario online, la premura de los tiempos y el presupuesto quizás haya llevado a esa primera propuesta, probablemente por temor a los resultados finales. Las razones de ello se desconocen (y esto es solo mi interpretación) debido al hermetismo que había, al menos para los usuarios entre agosto y diciembre de 2021, que fue el momento en que decidieron finalmente re-incorporar preguntas ya testeadas. A ello contribuye un debate interesante que se empezó a dar en la amplia comunidad de usuarios y los organismos veedores, que alertaron sobre el peligro que esto representaba para los sistemas estadísticos en América Latina. Y sobre todo trabajadores y técnicos del INDEC que desde adentro y gracias a la experiencia acumulada de años de trabajo y lucha dentro del organismo se les plantaron a los directores para ganarle a la presión un recorte, cuyas consecuencias, entiendo yo, eran desconocidas por los que tomaron esas decisiones. Va a ser muy interesante analizar estos datos de cara a la próxima ronda censal, y de acuerdo con lo que suceda en los países de la región que aún no han llevado a cabo sus censos.

3) ¿Cómo se captan las características del trabajo productivo y reproductivo en el Censo? ¿Existen recomendaciones y/o experiencias internacionales al respecto?

Este Censo no innovó. Muchas variables o la forma de preguntar quedaron vetustas. Variables probablemente afectadas por la pandemia, como los cambios residenciales y los trabajos del cuidado, fueron desdeñados completamente, así como las cifras de analfabetismo, que probablemente hayan aumentado en los últimos 2 años, en particular en edades escolares. Mientas se argumenta que el Censo se adapta a la sociedad, no se pregunta por ejemplo por una jefatura mancomunada, y prueba de ello es la irritación que se vio en las redes sociales lo que provocó en la sociedad identificar un jefe/a de hogar, cuando sabemos muy bien que los cambios en los hogares y las familias están muy correlacionados con los cambios en los roles de género que vivimos. Hay más cuestiones y menciono una: por tema de espacio, se sigue clasificando a les trabajadores del hogar y sus familiares en términos de su relación con la jefa/e. El Censo en este sentido está varios años atrás en relacióna, por ejemplo, la EPH. Hay mucha literatura al respecto sobre cómo incorporar estos cambios, discusión que no se dio en el periodo que tenía que darse, que es el intercensal. Y esto va mucho más allá del cambio técnico.

el censo continuará siendo una herramienta limitada de
emancipación social si quienes toman las decisiones lo hacen dentro
de un círculo cerrado, como entiendo, se hizo hasta ahora. Un instituto
híper-dependiente del poder político, cuyos directivos y directores son
nombrados a dedo, sin concursos para cargos técnicos y con
trabajadores en condiciones precarias, no garantiza una mayor
utilización de los datos del censo en la planificación y administración
pública. Mucho menos para la participación social.

4) ¿Qué particularidades presentan las preguntas dirigidas a captar la ocupación? ¿Va a ser posible identificar ocupaciones asociadas a procesos de cambio tecnológico, uso de TICs, etc?

No hubo preguntas relativas a ocupación. No va a ser posible analizar los mercados de trabajo mucho más allá de la situación de empleo y la rama de actividad. Lo que nos está mostrando la historia censal de los últimos treinta años es el fin del Censo como herramienta válida para el estudio de la estructura social. Los usuarios expertos ya advirtieron sobre esta situación previo a la ronda censal de 1991 y sus esfuerzos fueron ignorados. Hoy sufrimos las consecuencias de esa desidia institucional, a pesar, sin embargo, de los argumentos válidos que se puedan esgrimir al respecto. La ocupación, quizá la pregunta más cara del Censo, fue medida sucesivamente en el ‘91, ‘01 y ‘10, pero sirve para muy poco dados sus problemas de calidad. El 2022 se eliminó de plano sin razones conocidas, al menos hasta ahora.

5) ¿Qué estrategias pueden o deberían adoptarse para garantizar la comparabilidad de los censos y la inclusión de las problemáticas sociales emergentes en distintos momentos históricos?

Como usuario, como demógrafo, interpreto los censos no solamente como una herramienta técnica, sino que tiene por detrás una conceptualización que es netamente política, y hay formas de intervención a las preguntas que son explícitas como por ejemplo, mudando autoridades cuando cambia el gobierno (que a su vez, nombran directores en base a criterios vinculares) u otras veces, minimizando la importancia de la demografía y la dinámica demográfica que creo que es lo que se da ahora, un movimiento más silencioso. Dejar de lado series históricas y comparables, eliminar y cambiar preguntas esenciales, como lo que sucedió con la propuesta de los directores de Agosto del ’21, puede estar basado en explicaciones técnicas o políticas, con el argumento estrella de la falta de presupuesto. O por las recomendaciones de organismos internacionales que no siempre están enfocadas a un país en particular, ya que son muy estandarizadas. Entonces si una información que corresponde al público se elimina, ¿esa demanda a dónde va? Tampoco sabemos cómo se va a cumplir esa demanda: por ejemplo, la situación conyugal. Tenemos las vitales que tienen otro tipo de cobertura y oportunidad (tardan años en publicarse) y no cruzan con otras variables. En ocupación tenemos la EPH.

¿Qué estrategias se pueden seguir? Hace ya treinta años que los expertos en Argentina señalan sobre las dimensiones de lo social que aún desconocemos o conocemos poco y mal, y poco en realidad es lo que ha cambiado al sistema estadístico al respecto. Nos resta discutir si este rol le corresponde a un organismo de estadística o al sistema científico. El Censo está integrado a un sistema de producción y publicación de datos que deja mucho que desear, pero a la vez, no contamos con el capital humano suficiente para “cortar la tela” de lo que ya tenemos, porque el apoyo y el desarrollo en ese sentido ha sido relativamente bajo en el país. Hace falta un cambio muy grande en las ciencias de población de Argentina para que se dé, y dar más énfasis a la etapa de análisis que a la de producción. Los demógrafos en la región somos hiperdependientes de la información oficial porque no tenemos presupuesto para realizar nuestras propias preguntas. Es un círculo perverso, atado a la falta de financiación para la ciencia, por eso lo que se le exige al Censo es demasiado. Esto tiene que cambiar. Las decisiones siguen siendo tomadas en base a una ley realizada en momentos no democráticos de la Argentina. Y eso, ya dice mucho.

6) ¿Qué tipo de políticas públicas podrían diseñarse a partir de los resultados del Censo? ¿De qué modo puede constituir una herramienta útil para la participación social informada y como fundamento de las luchas de organizaciones sociales, sindicatos, etc.?

Recordemos que en la anterior administración del INDEC, con Jorge Todesca a la cabeza, se mencionó que el Censo 2020 iba a ser el punto “culminante” de la recuperación del INDEC, y lo que vimos es que la situación institucional que dio lugar a los conflictos previos al gobierno de Cambiemos, se mantuvo sin cambios. Incluso a su salida Todesca preparó una propuesta de reforma de la ley de estadística y lo mismo hizo el massismo, ala política de la cual proviene el actual director. Pero nada en realidad se avanzó en este aspecto. Entiendo que el Censo continuará siendo una herramienta limitada de emancipación social si quienes toman las decisiones lo hacen dentro de un círculo cerrado, como entiendo, se hizo hasta ahora. Un instituto híper-dependiente del poder político, cuyos directivos y directores son nombrados a dedo, sin concursos para cargos técnicos y con trabajadores en condiciones precarias, no garantiza una mayor utilización de los datos del Censo en la planificación y administración pública. Mucho menos para la participación social. Si miramos de cerca todo el operativo Censo y su narrativa oficial, se ponderaron más los cambios tecnológicos y metodológicos, en detrimento de los conceptuales. En particular, a pesar de las altas demandas del público en general, la comunidad de usuarios es muy limitada: hacemos énfasis en la producción, pero la parte de análisis aún corre por cuenta de un grupo muy reducido de personas. Sabemos los usuarios, que el proyecto Censo no es solo de un día, sino que dura muchos años, tanto la parte previa como la post-censal. En ese sentido la explotación de información censal, actual y pasada, y alcance del trabajo del INDEC (y por ende, del dinero público invertido) sigue dejando mucho que desear.


Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s