—registrando las experiencias censales de Latinoamérica
Byron Villacis, OLAC
En una ocasión anterior argumenté que los errores que se cometen en la ejecución de un censo no están relacionados con el nivel de desarrollo económico del país. Al comparar Australia con Canadá, mi objetivo fue el de evidenciar cómo países institucionalizados pueden fácilmente fracasar en un operativo planificable y tradicional. Esta vez busco complementar el argumento registrando lo sucedido en Latinoamérica en los últimos diez años; mostrando que la región —a pesar de haber tenido excelentes condiciones macroeconómicas— desperdició la oportunidad de ejecutar los censos de forma nítida. Esto reafirma el argumento al demostrar que, ni instituciones consolidadas, ni holgados presupuestos, aseguran un éxito censal.
De confirmarse esta hipótesis, desafortunadamente se configura un escenario poco alentador para la ronda censal del 2020: aparte de haber avanzado poco en procesos institucionalizantes (en términos generales[1] y además en términos estadísticos[2]) se agregan ahora tres nuevos factores: 1) las condiciones económicas son más limitadas, 2) el nuevo mapa político tiende a favorecer una visión restringida de la estadística pública y, 3) la ausencia discusiones sustantivas sobre el operativo censal.
En este sentido presento dos insumos de referencia. El primero se refiere a una comparación de la cobertura que alcanzaron los operativos censales en la ronda del 2010 y el segundo se refiere a especificidades de los países que tuvieron más problemas en la ejecución. Vamos por partes. Sigue leyendo