Por B. Piedad Urdinola
La diferencia principal entre un padrón o empadronamiento y un censo de población es sencilla. El primero busca obtener exclusivamente el conteo de la población por edad, sexo y lugar de residencia. Mientras que el segundo adicional a dicho conteo, incluye las características socio económicas y demográficas de la población. Se podría pensar en los censos como una versión muy mejorada y mucho más compleja de los padrones, que se ha refinado a lo largo de la historia hasta convertirlos en la operación estadística más difícil de implementar por su tamaño y la ambición de cuantificar todas estas variables en una periodicidad establecida y en el menor tiempo posible.
Sin embargo, la realización de censos y padrones de población no son excluyentes, sino que por el contrario son complementarios y en el caso Latinoamericano deberían incluirse dentro de los operativos rutinarios por las siguientes cuatro razones principales. En primer lugar, para la mayoría de países latinoamericanos los costos asociados a la realización y la capacidad técnica necesaria para manipulación de datos de los censos de población dificultan una periodicidad decenal instalada en la mayoría de nuestros países, como lo recomiendan las entidades internacionales como el Fondo de Población de Naciones Unidas. Así que cada vez que un censo se retrasa porque alguno de estos dos componentes falla, la actualización de los conteos de población a través de un padrón ayuda a reducir también la incertidumbre sobre el tamaño y la distribución poblacional, por una fracción del costo de un censo. En segundo lugar, y aunque no haya retrasos en los censos de población Sigue leyendo