Por Byron Villacís
¿Es lo mismo ejecutar un censo de población en una dictadura que ejecutarlo en una democracia? En estos escenarios extremos, ¿en qué diferirían los procesos operativos como la planificación, gestión, relevamiento o difusión de resultados? ¿En qué diferiría el proceso de construcción de preguntas del cuestionario censal? ¿En qué diferiría la asimilación de los resultados en la sociedad? Estas preguntas, reconozco acentuadas, ayudan a visualizar el argumento de este texto: un análisis crítico de los operativos censales debe incluir no solo ineludibles elementos tecnocráticos –sino además– contextos socio-políticos.
Diagnósticos de este tipo tendrían al menos dos ventajas mediatas. En primer lugar, brindarían elementos de entendimiento post-censal para interpretar variables, diagnósticos, proyecciones y estudios de forma contextual. Usando nuevamente el ejemplo de los casos extremos de democracia versus dictadura, a pesar de que ambos censos arrojarían un número total de población, solo a través de estos análisis se podría entender qué demandas sociales se materializaron en el cuestionario (y por ende cuales no), cuán fluidas o tensas fueron las relaciones sociedad-estado, cuán eficientes y eficaces fueron los procesos operativos o qué organizaciones, instituciones y personas fueron los actores clave influyendo en la configuración censal. En general, un análisis contextual socio-político censal ayuda a entender cuán fiel es el proceso censal a la necesidad de diagnosticar la realidad sociodemográfica del país.
La segunda ventaja sería meta-analítica. Al entender el contexto de la ejecución del proceso censal, se podría tener un mayor cuidado a la hora de saber qué información, producto del censo, es más confiable que otra. Analistas familiarizados con el uso intenso de censos saben que, solo quien se adentra a detalles muchas veces escondidos en las bases de datos, en cuestionarios o en memorias institucionales, entiende que ciertas partes de los resultados censales no son recomendables utilizar. Esto va más allá de las contadas ocasiones en las que el propio país recomienda no utilizar determinadas partes del censo. Hay situaciones adicionales en las que este conocimiento existe solo entre usuarios intensivos. Un análisis crítico-contextual ayudaría a reconocer esta depuración con mayor transparencia y practicidad.
Ahora bien, la mirada crítica hacia los operativos censales no es nueva. La ciencia política ha hecho esfuerzos configurando y desfigurando sistemas institucionales (Bulmer and Warwick 1993; Prewitt 2010), la economía ha hecho lo suyo bajo una mirada analítica (Gołata 2016; Kordos 2017); la sociología desde la historización del conocimiento (Anderson 2010; Bliss 1897; Chen 1947; Hindess 1973; Wm. M. Stuart 1898) y organismos multilaterales han contribuido con herramientas de análisis en formato Mapas de Riesgo. Sin embargo, es necesario traer a colación estos elementos en este momento porque Latinoamérica atraviesa una coyuntura política conflictiva. En este sentido, analizar los censos como si fueran herramientas aisladas de la dinámica social, o productos independientes del contexto socio-político es incompleto y peligroso.
Una operativización de este tipo debe incluir mejoras en los diagnósticos técnicos. Latinoamérica esta acostumbra a cometer dos errores al momento de evaluar sus censos: (1) suele compararse exclusivamente con avances respecto al pasado, y (2) los evaluadores de censos son los propios ejecutores de censos. El primer caso es fruto de una obsesión que existe en el funcionario público latinoamericano por intentar diferenciarse a toda costa respecto a su pasado. Una especie de paranoia inútil que solo desgasta recursos. Este desgaste no comprende que el conocimiento de las organizaciones públicas es acumulativo y no lineal (Pollitt 2009). Por obvias razones, el Estado, acumula aprendizaje en sus instituciones burocráticas y esta inercia genera experticia que se va acopiando. Esto hace que los procesos sean cada vez más automáticos, eficientes y asimilables a los errores del pasado (Höpfl 2006). Este aprendizaje no es lineal, atraviesa procesos donde se documenta mejor, lapsos donde se evade intencionalmente mejoras o procesos donde visiones ideológicas tratan, a toda costa, de borrar avances previos (Frug 1984). Esta tendencia es más común en países menos desarrollados y con burócratas menos preparados y sin estabilidad (Oszlak 1978). Recuerdo claramente una reunión en el Comité de Estadísticas de las Naciones Unidas (NNUU) en la década pasada donde los directores de las Oficinas de Estadística (ONEs) recitaban lo perfecto que les había ido en sus censos, hasta que una representante del Sudeste asiático tomó la palabra: “No usen el micrófono para alabarse, es obvio que lo hicieron mejor que el pasado, pero eso es lo mínimo que se espera. Lo que interesa es cómo lo han hecho respecto a países que son referencia de la región y del mundo.” Un silencio tétrico inundó la otrora entusiasmada sala.
El segundo error es el de evaluar censos a través de los propios productores de censos. Este error va más allá de la ejecución de la encuesta post censal. Me refiero además a procesos de registro de ejecución del censo. Para ello solo encuentro un actor institucional indicado: la academia. Ahora bien, ¿qué pasa cuando estructuralmente hay una desconexión entre la academia y las ONEs? ¿Entre la academia y el Estado? ¿Acaso los informes a posteriori no estarán influenciados por esta limitación estructural? Esta sería otra razón por la que encuentro esencial que las evaluaciones de los censos incluyan contextos socio-políticos bajo miradas externas. La Tabla No. 1 incluye una lista de factores no exhaustivos que intenta evaluar lo comentado en un sentido tecnocrático.
Respecto a la dimensión socio-política propongo elementos que registran: (1) condiciones de gobernabilidad organizacional, (2) condiciones socio-políticas agregadas y (3) los enlaces entre ambas. En el primer caso me refiero a condiciones institucionales del productor censal tales como: clima laboral, estabilidad de RRHH, condiciones salariales y condiciones de sindicatos. En el segundo caso me refiero a la institucionalidad, tales como: calidad democrática, desconcentración de poderes, visión y praxis sobre inversión pública (puesto que el censo en sí es una inversión en infraestructura), apoyo de clases trabajadoras, apoyo de élites. En el último caso me refiero a conexiones entre ambas esferas: calidad e intensidad de conexión entre la academia y la ONE, entre la academia y el Estado, protección de mecanismos de participación social, respeto a la libertad de expresión y niveles de desigualdad social y económica. La Tabla No. 2 resume estas propuesta.
Por supuesto, estas operacionalizaciones no son exhaustivas y son perfectibles. Nuevas versiones con mayor amplitud, profundidad y dimensiones las iré presentando sistemáticamente. Sin embargo, lo que intento rescatar, es la visión del análisis. A partir de aquí el procedimiento analítico amerita llenar estas matrices con cada experiencia censal con la mayor cantidad de información disponible, registrarla y analizar. Un censo –y en general casi toda operación de responsabilidad pública– va a mejorar sistemáticamente si es que los responsables asumen actitudes institucionalizantes. Sin embargo, hace falta problematizar y documentar las condiciones agregadas para entender la contingencia de las operaciones estadísticas. Abrir cajas negras, no solo técnicas sino además administrativas es una meta necesaria en cualquier democracia en construcción.
Referencias
Anderson, Margo. 2010. “The Census and the Federal Statistical System: Historical Perspectives.” The Annals of the American Academy of Political and Social Science 631(1):152–62.
Bliss, H. L. 1897. “Eccentric Official Statistics.” American Journal of Sociology 2(4):515–31.
Bulmer, Martin and Donald P. Warwick, eds. 1993. Social Research in Developing Countries: Surveys and Censuses in the Third World. 1. publ. in paperback. London: UCL Press.
Chen, Ta. 1947. “The Beginnings of Modern Demography.” American Journal of Sociology 52:7–16.
Frug, Gerald E. 1984. “The Ideology of Bureaucracy in American Law.” Harvard Law Review 97(6):1276–1388.
Gołata, Elżbieta. 2016. “Shift In Methodology And Population Census Quality.” Statistics in Transition. New Series 17(4):631–58.
Hindess, Barry. 1973. The Use of Official Statistics in Sociology: A Critique of Positivism and Ethnomethodology. London: Macmillan.
Höpfl, Harro M. 2006. “Post‐bureaucracy and Weber’s ‘Modern’ Bureaucrat” edited by M. Harris. Journal of Organizational Change Management 19(1):8–21.
Kordos, Jan. 2017. “The Challenges Of The Population Census Round Of 2020. Outline Of The Methods Of Quality Assessment Of Population Census Data.” Statistics in Transition. New Series 18(1):115–38.
Oszlak, Oscar. 1978. “Notas Críticas Para Una Teoría de La Burocracia Estatal.” Revista Mexicana de Sociología 40(3):881–926.
Pollitt, Christopher. 2009. “Bureaucracies Remember, Post-Bureaucratic Organizations Forget?” Public Administration 87(2):198–218.
Prewitt, Kenneth. 2010. “The U.S. Decennial Census: Politics and Political Science.” Annual Review of Political Science 13(1):237–54.
Wm. M. Stuart. 1898. “Official Statistics.” American Journal of Sociology 3(5):622–30.