Censos en la era del envejecimiento

B. Piedad Urdinola


América Latina entra en la recta final de la transición demográfica y se prepara así para la nueva era del envejecimiento. Tenemos ya tres países completamente envejecidos en la región: Cuba, Chile y Uruguay. Los más poblados están ya entrando en la fase de bajas tasas de mortalidad y fecundidad, que alcanza a los niveles de reemplazo en la mayor parte de la región y los últimos tres países que recién comienzan la fase avanzada de la transición demográfica son Bolivia, Haití y Guyana. De hecho, las tasas totales de fecundidad ya están por debajo de 3 hijos por mujer en prácticamente todos los países de la región, como lo muestran los datos del Population Reference Bureau – PRB en la Figura 1.

La velocidad con que se gestó este proceso es diferencial a través de los países de la región, pero mucho más acelerada que la experimentada en Europa o Norte América, lo que nos deja menos espacio en el tiempo para aprovechar el bono demográfico1 y así mismo para prepararnos a la nueva era del envejecimiento. Esta nueva era no tiene precedentes en el mundo entero, sus efectos y cambios socio económicos nos han tomado por sorpresa, a cada una de las sociedades que lo ha ido experimentando, pero a la vez tenemos la ventaja de no ser la primera región del mundo en experimentarla y poder aprender dela experiencia de aquellos que nos anteceden.

Esta experiencia nos muestra que uno de los cambios que requerirá de mayor preparación, será el uso del tiempo y el cambio en el contrato social de nuestras economías. Durante la época pre transicional, pocas personas alcanzaban edades avanzadas, a medida que esto fue cambiando los niveles de discapacidad y la incidencia de enfermedades crónicas fue aumentando y se supuso que la era del envejecimiento implicaría muchos años de muchas personas muy enfermas a la vez. Lo que estamos observando es, que si bien si se incrementan dichas tasas los avances médicos y las campañas de salud pública encaminadas a mejorar la calidad de vida de las personas nos han llevado a experimentar edades mayores mucho más activas. En consecuencia, tenemos más tiempo para dedicar al trabajo pago o a otras actividades de trabajo no pago como el trabajo voluntario o el doméstico, que bien soportan el trabajo de mercado y/o ayudan a liberar tiempo productivo de quienes están en el mercado laboral. Sin embargo, debemos medir y tener claro quién transfiere a quién cuánto tiempo y las actividades en las que se ocupan en mayor cuantía los adultos mayores en las llamadas edades de retiro (ver Urdinola & Tovar, 2019 https://www.springer.com/gp/book/9783030118051).

En cuanto al segundo punto, el cambio en el contrato social, ya ha sido bastante evidente para los países desarrollados que el actual sistema de seguridad social, como fue diseñado originalmente, es insostenible y que las transferencias económicas que tradicionalmente eran de edades mayores hacia las menores, comienzan a reversarse. De manera que ha sido necesario generar cambios importantes en los sistemas de seguridad social que incluyen el aumento de la edad mínima de retiro, el aumento en los pagos de cotizaciones al sistema, retiro de beneficios de regímenes particulares, y medidas similares que buscan la sostenibilidad financiera y que permiten proveer públicamente tanto la educación, como la salud y las pensiones a todas las generaciones que actualmente lo demandan (Lee et al., 2010 – http://hdl.handle.net/10986/13603).

Por todas estas razones, tendremos que ir midiendo cada una de estas actividades para todas las generaciones existentes, pero con mayor ahínco para las mayores. Entender qué y cuánto consumen, producen, tiempo dedican a las diferentes actividades y la interacciones con otras generaciones será fundamental para prepararnos ante la inminente era del envejecimiento. Desafortunadamente, no es suficiente con datos de encuestas de corte transversal para entender estas dinámicas, necesitamos datos longitudinales y por supuesto censos de excelente calidad que midan acertadamente la población y sus características en las edades extremas. Este detalle es una falencia natural de los censos, ni aún en países de altísima calidad como Corea del Sur o Japón, las edades más avanzadas tienen registros censales perfectos, en la actualidad dependemos de estimaciones para corregir este problema, incluyendo las técnicas de suavizamiento que nos aproximan a estos valores en las edades extremas. Es un gran premio alcanzar la era del envejecimiento para todas y cada una de las sociedades, pero viene acompañada del reto de enfrentarnos a lo desconocido y la única manera de prepararnos es con más y mejores datos, sobre todo los censales que serán la base de los que vendrán después.

(1) Se conoce al bono demográfico la etapa de la transición demográfica en la que el crecimiento de la población de desacelera, la mortalidad ya es baja y la fecundidad comienza a caer. De tal manera que la relación entre la población en edades productivas y dependientes es favorable para las primeras. Este bono se puede convertir en un motor económico si esta población en edad productiva se incorpora en su mayoría al mercado laboral formal y se capitalizan esos mayores ingresos.

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