¿Vale la pena preguntar la edad de la madre al nacimiento del primer hijo en los censos?

Mathias Nathan, OLAC

La región de América Latina y el Caribe experimentó una fuerte caída de su fecundidad a lo largo de las últimas décadas. Como resultado, el número de países con niveles bajos de fecundidad (2 hijos o menos por mujer) comenzó a incrementarse y, para el período 2005-2010, 12 de los 70 países de baja fecundidad en el mundo se encontraban en esta región [1].

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El triple espiral de la fecundidad.

Vale destacar que el descenso de la fecundidad adolescente fue bastante más modesto y por ello América Latina y el Caribe presenta la tasa de fecundidad adolescente más alta entre las regiones y subregiones del mundo con niveles similares de fecundidad total. A modo de ilustración, la Tasa Global de Fecundidad en Europa llegó a un valor cercano al actual en América Latina y el Caribe durante los años setenta pero con una tasa de fecundidad adolescente 50% menor [2] . La persistencia de una fecundidad elevada a edades tempranas es, por tanto, un rasgo saliente de la dinámica demográfica en nuestro continente y, según la CEPAL, un fenómeno que tiene como trasfondo las fuertes brechas socioeconómicas existentes al interior de nuestras poblaciones [3].   

Estudios recientes también han identificado indicios de un creciente aplazamiento de la maternidad entre las mujeres latinoamericanas, tal como fuera observado en las sociedades europeas tiempo atrás [4]. En ello parece estar incidiendo, entre otros factores, el incremento sostenido de la matrícula de educación secundaria y terciaria en la región. Ahora bien, si la postergación de la fecundidad emerge en sociedades en las que persisten altas tasas de fecundidad adolescente, entonces estaríamos presenciando una creciente diversificación del timing de la fecundidad. ¿Esto es efectivamente lo que están experimentando las poblaciones de América Latina y el Caribe?

En este post mostraremos cómo la inclusión de la pregunta sobre el año de nacimiento del primer hijo en el censo de población 2011 de Uruguay permitió evaluar los cambios observados en el calendario de inicio de la fecundidad de las mujeres, dejando a la luz la creciente heterogeneidad de los comportamientos reproductivos.

Los censos de población han sido una fuente datos de uso habitual para el análisis de la fecundidad en América Latina y el Caribe. Ello ha sido posible gracias a la introducción en las boletas censales de las dos preguntas básicas recomendadas por Naciones Unidas [5]: i) el número total de hijos nacidos vivos, y ii) la fecha de nacimiento del último hijo nacido vivo [6]. Mientras que el objetivo de la primera es captar la fecundidad a lo largo de toda la vida, la segunda apunta a generar insumos para estimar la fecundidad actual. Un tema adicional sugerido por Naciones Unidas para los censos es el de la edad de la madre en el momento del nacimiento del primer hijo nacido vivo, que sirve para suministrar información sobre el comienzo de la reproducción. Sin embargo, su incorporación en los censos de América Latina ha sido incipiente y solo estuvo presente en las boletas de Ecuador y Uruguay durante la ronda 2010, y en la de Perú (2007) y Colombia (2005) unos años antes. Llamativamente, la pregunta parece ser más popular entre los países del Caribe, como lo atestiguan los últimos censos de Bahamas, Belice, Jamaica, Saint Lucia o Trinidad y Tobago, entre otros [7].

Esta pregunta es de gran valor para estudiar los cambios en la edad al primer hijo desde una perspectiva longitudinal, así como para establecer la amplitud del período reproductivo de las mujeres o estimar la fecundidad actual correspondiente a los primeros nacimientos. La inclusión en un censo permite superar algunas de las limitaciones habituales de las encuestas específicas, como la focalización en subpoblaciones de interés (por ejemplo, mujeres jóvenes o residentes en áreas específicas) o las restricciones del tamaño muestral que implican trabajar con cohortes agrupadas y evitar cualquier intento de desagregación territorial. No obstante, al igual que las demás preguntas retrospectivas, la edad o el año de nacimiento del primer hijo presenta como inconveniente la pérdida de calidad de la información para las mujeres de edades mayores, ya sea por efecto de la mortalidad o de los problemas para la recordación y declaración de eventos pasados. Huelga decir que la validez de los datos recogidos en esta pregunta depende fuertemente, al igual que el resto de las preguntas censales, de la calidad del operativo censal, su nivel de cobertura, formación del personal de campo, etc. Por último, también vale aclarar que los censos no son instrumentos adecuados para el análisis en profundidad de las trayectorias reproductivas, dado el número acotado de preguntas incluidas en los cuestionarios censales, en particular de aquellas de tipo retrospectivo como la edad a la primera unión o a la salida de escuela, o las vinculadas con los deseos y preferencias reproductivas.

El censo de Uruguay del año 2011 incluyó por primera vez en su cuestionario la pregunta ¿En qué año tuvo su primera hija o hijo nacido vivo?, que fue aplicada a mujeres de 12 años y más con uno o más hijos nacidos vivos. El porcentaje de información ignorada en esta pregunta fue relativamente bajo en promedio (menos del 3%), siendo mayor entre las mujeres más añosas, y podría haber sido incluso menor de haberse continuado con la utilización del cuestionario completo en PDA durante las últimas semanas del operativo censal [8]. A partir de esta pregunta se calculó el tiempo transcurrido entre el mes y año de nacimiento de la mujer y el año de nacimiento de su primer hijo, obteniéndose así la edad al nacimiento del primer hijo.

Este tipo de dato puede ser explotado mediante el uso de distintos métodos y modelos. Un método sencillo de aplicar es el de las tablas de vida. En este caso aplicamos tablas de vida de decremento simple para cada una de las cohortes o para cohortes agrupadas y calculamos así las probabilidades condicionales de tener el primer hijo en cada intervalo de edad observado desde los 12 años. De las probabilidades condicionales se pueden derivar otras funciones de la tabla de vida y calcular distintos estadísticos descriptivos. Un problema común en los estudios retrospectivos es que solo se obtiene un conocimiento parcial de las trayectorias de las cohortes más jóvenes, dado que su experiencia queda truncada al momento de la realización de la entrevista. Por ejemplo, en el caso de la cohorte de 1980 la observación se trunca cuando sus integrantes alcanzan la edad exacta de 30 años; por lo tanto las funciones de la tabla de vida para la cohorte de 1980 comprenderán los intervalos de edad entre los 12 y los 29 años cumplidos.

En materia de resultados, el análisis de las probabilidades condicionales por tramos de edad nos muestra, por un lado, pocos cambios en la proporción de mujeres que realiza la transición a la maternidad antes de los 20 años (Gráfico 1). Entre un cuarto y un quinto de las mujeres uruguayas nacidas a partir de 1955 tuvo su primer hijo entre los 12 y 19 años. Por otro lado, entre las mujeres que llegan a los 20 años sin haber tenido hijos, se observa una caída de la probabilidad de tenerlos entre esa edad y los 29 años a partir de las cohortes las nacidas a mediados de los años sesenta. Este descenso responde en gran medida al aplazamiento de la llegada de los hijos, como estaría indicando el aumento concomitante de la q1(30,40), pero también podría estarnos indicando un potencial crecimiento de las mujeres nulíparas al momento de finalizar sus vidas reproductivas. Claro está, dado que persiste una elevada proporción de mujeres que comienzan su fecundidad en la adolescencia y al mismo tiempo aumenta la proporción de mujeres que permanece sin hijos hasta cumplir los 30, no sería descabellado afirmar que Uruguay experimenta una creciente heterogeneidad del calendario reproductivo.      

Gráfico 1. Probabilidades condicionales q1(x) de tener el primer hijo en Uruguay entre las edades 12-19, 20-29 y 30-39, por cohorte. Cohortes de 1951 a 1990.

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¿Será que esta creciente heterogeneidad está explicada por factores socio-económicos? Para responder a esa pregunta analizamos la evolución de la edad mediana al primer hijo por nivel educativo para un conjunto de cohortes seleccionadas. Para medir el nivel educativo construimos una variable que toma en cuenta la distribución de las mujeres según los años aprobados en el sistema educativo, clasificándolas en estratos bajo, medio y alto. Como se aprecia en el Gráfico 2, la edad mediana al primer hijo desciende entre las mujeres de estrato bajo y aumenta entre las mujeres de estratos medios y altos, provocando un aumento de las brechas con la llegada de las cohortes más jóvenes. Así, la diferencia entre estratos bajo y alto aumenta de 5 años (cohortes 1954-1956) a casi 11 años (1974-1976). La mediana en el estrato bajo continúa descendiendo en las cohortes más jóvenes (1979-1981 y 1984-1986) y, aunque no hay información disponible [9], es esperable que las mujeres de estrato alto continúen en la misma senda del aplazamiento de la maternidad observado en las cohortes precedentes.

Gráfico 2. Edad mediana al primer hijo en Uruguay por estrato educativo, según cohortes agrupadas seleccionadas, de 1954-1956 a 1984-1986.

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En suma, la inclusión de la pregunta adicional sobre el año de nacimiento del primer hijo en el Censo 2011 tiene un importante valor, dejando en evidencia las transformaciones que está experimentado la transición a la maternidad en Uruguay así como su fuerte raíz social. La introducción de esta pregunta en un número mayor de países de América latina durante la ronda censal 2020 permitiría desarrollar un análisis comparado de las diferentes realidades nacionales y convertirse en un insumo importante para los demógrafos de la región.  


 

(1) United Nations (2014), World Fertility Report 2013: Fertility at extremes.

(2) Cabella, W. & Pardo, I. (2014). Hacia un régimen de baja fecundidad en América Latina y el Caribe, 1990-2015.

(3) CEPAL (2012), Panorama social de América Latina 2011.

(4) Véase Rosero-Bixby, L., T. Castro-Martín &T. Martín-García (2009), Is Latin America starting to retreat from early and universal childbearing?, y Esteve, A., Lesthaeghe, R., García-Roman, J. & Lopez Gay, A. (2013), The “Second Demographic Transition” Features in Latin America: the 2010 Update.

(5) Naciones Unidas (2010), Principios y recomendaciones para los censos de población y habitación, Revisión 2.

(6) En la última ronda censal esta pregunta sustituyó a la “cantidad de hijos nacidos en los últimos 12 meses”, anteriormente recomendada para relevar la fecundidad reciente.

(7) Los cuestionarios nacionales de las últimas rondas censales en América Latina y el Caribe están accesibles en nuestro blog. Ver cuestionarios censales.

(8) Vale recordar durante las últimas semanas de 2011, el censo de Uruguay sustituyó los cuestionarios completos en la PDA por cuestionarios cortos en papel con el propósito de maximizar la cobertura del censo.

(9) En la cohorte 1979-1981 no se pudo registrar la edad mediana en el estrato alto y en la 1984-1986 en los estratos medio y alto, ya que el período de observación finaliza  antes de que el 50% de esas mujeres hayan tenido el primer hijo.

Este artículo está basado en Nathan, M. (2015). La creciente heterogeneidad en la edad al primer hijo en Uruguay: un análisis de las cohortes 1951-1990. Notas de Población, No. 100, pp. 35-60.

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