La pandemia y los censos de cuatro sistemas estadísticos

Byron Villacís

La pandemia dejó un escenario de incertidumbre para los sistemas estadísticos latinoamericanos; las suertes y destinos se configuran distintas, sus debilitamientos o fortalecimientos han dependido –predeciblemente– de contextos y fuerzas locales. El problema de este escenario es que el arribo de la pandemia no tomó a los sistemas estadísticos en un momento cualquiera, lo hizo justo en el más delicado: en plena ronda censal, cuando los institutos estaban ejecutando o planificando sus censos poblacionales versión 2020. Es por esta razón que, enfatizar en la necesidad de analizar países por separado, se vuelve urgente y necesario. Cito en este corto post una breve interpretación de la situación de cuatro sistemas estadísticos en relación a su censo de población con suertes distintas para resaltar –como argumento central– la exigencia de particularizar análisis antes de entender la realidad latinoamericana como un conjunto promediable y superficialmente comparable.

Argentina: el enorme reto de un nuevo método

Luego de un proceso de recuperación de relativa estabilidad, el infructuoso trámite de una Ley Estadística y la ejecución de un censo económico con aparente significativa tasa de respuesta online, el INDEC recibió la pandemia durante la planificación del censo de población. Un esperado aplazamiento promovió discusiones sobre el método que al parecer no han sido socializadas. A más de uno le causó sorpresa reportes de prensa sobre la ejecución del censo de población parcialmente online, guiados por experiencias de países en el norte global. A pesar de que no se ha oficializado ni ha anunciado detalles, esta parece ser una oportunidad de doble filo para el instituto: si resulta exitoso, la ejecución le permitiría una renovación de legitimidad, presentándose como adaptadores de nuevas tecnologías en operativos complejos. Si no resulta exitoso, tendría consecuencias negativas no solo para la imagen institucional sino para la calidad y cobertura de información a obtener. El escenario dependerá fuertemente de la calidad de la preparación y de un proceso de socialización con desafíos comunicacionales y técnicos. Con cerca de dos años frente al INDEC, Marco Lavagna se enfrenta sin duda a un reto técnico y político determinante en la historia estadística del país. El caso argentino representa un riesgo con oportunidad.

Brasil: la predecible incertidumbre de un censo atacado

La complejidad de la situación política de Brasil es un espejo de la predecible crisis de su censo de población. Desde la llegada de Susana Cordeiro Guerra en 2019, el censo tuvo reducciones en el tamaño de cuestionario y reducciones en su presupuesto. Esto significó reclamos y toma de posiciones tanto de actores internos como externos al IBGE y generó una batalla de opiniones que llegó hasta espacios políticos. La presidencia del IBGE defendió los cambios hasta mediados del 2020 cuando empezó a tomar una postura de defensa del censo frente a cada vez más drásticos recortes presupuestarios decididos desde el poder federal. Finalmente Cordeiro Guerra presentó recientemente su renuncia, dejando en ascuas la planificación del operativo que, ante cualquier ojo crítico, no podría ejecutarse con el presupuesto asignado. La pandemia calmó las aguas temporalmente, pero no resolvió el problema. Ahora el censo depende de una nueva dirección, de una incertidumbre en su presupuesto y de un conjunto de fuerzas sociales y políticas que reclaman la recuperación del sistema estadístico. La pregunta más delicada es quizás, ¿Cuánto de la crisis en el censo afectará a todo su sistema estadístico y a su tradicional historia de fortaleza institucional? El caso brasileño representa el de una incertidumbre pesimista, sin señales de cambio a la vista.

Ecuador: las consecuencias de un desmantelamiento sostenido

Ecuador viene desmantelando su sistema estadístico desde el 2018. Encuestas tan importantes como la de empleo y desempleo sufrieron modificaciones metodológicas de la noche a la mañana, sin justificaciones técnicas y con enorme rechazo ciudadano. Los cambios no solo rompieron series históricas sino que eliminaron coberturas a nivel provincial y desaparecieron variables fundamentales para el seguimiento de planes de desarrollo. Por si esto fuera poco, decidieron adscribir el INEC a la Presidencia de la República quitándole autonomía al instituto y generando aún más rechazo ciudadano. El INEC pretendió naturalizar la decisión inclusive dando ruedas de prensa en el Palacio de Gobierno tratando de ignorar la crisis que ya era evidente públicamente. Cambios en la dirección del instituto y la llegada de la pandemia sólo confirmaron una crisis que venía arrastrándose. El censo del 2020 se aplazó, y hoy enfrenta incertidumbre no solo por reducciones categóricas de presupuesto sino además porque su operativo de actualización cartográfica sucedió una parte antes de la pandemia y otra parte después. El caso ecuatoriano es un caso de desmantelamiento estadístico aún más grave que el brasileño puesto que, a diferencia de este último, Ecuador no tiene organizaciones sociales reclamando por esta crisis, y la academia parece desentenderse de la destrucción de las estadísticas públicas que arrancó en el 2018.

Colombia: un censo y el fortalecimiento de su gestión justo a tiempo

Las credenciales académicas de Juan Daniel Oviedo le abrieron el paso para expectativas positivas de su gestión. Estas se confirmaron gracias a la gestión en la finalización del Censo del 2018 y la producción de cifras definitivas del mismo. A pesar de una alta omisión (superior al 8%) el censo le permitió al DANE ejecutar un significativo despliegue de explotación de resultados con herramientas innovadoras. La profesionalización del DANE no es reciente, pero Oviedo es responsable de su aceleramiento, que ha venido acompañado de dos factores clave: apoyo político y diversificación de productos. Este último le ha permitido penetrar el uso de estadísticas oficiales en ámbitos productivos y empresariales, lo que por default generó legitimidad y apoyo de sectores tecnócratas y tecnopolíticos. No hay que perder de vista además el muy oportuno Decreto 2404 del 2019, que redefinió el Sistema Estadístico Nacional y reglamentó la centralidad del DANE en el mismo. Este contexto permitió que Colombia tuviera información fresca y organizada justo antes de la pandemia. Obviamente tiene retos por delante, pero representa sin duda un caso de fortalecimiento de gestión justo a tiempo.

Los cuatro casos desplegados ejemplifican el argumento central del post: la región es tan diversa en términos institucionales y políticos que los analistas requieren entender los contextos locales para entender la estadística que producen. Por supuesto, cada caso amerita análisis más profundos y detallados, pero ese no es el objetivo del argumento de este post. La crisis del COVID-19 trajo heridas que tomarán tiempo en sanar, pero que a la par, trae desafíos concurrentes en términos de administración pública. En este sentido, la salud (o enfermedad) de un sistema estadístico es un síntoma leal de la situación del sistema de gobierno de un país. Por ello, generalizar o promediar nuestras realidades no solo hace injusticia sino que tergiversa la propia materialización analítica de nuestras sociedades latinoamericanas. Caben muchas preguntas por delante; sin embargo habrá que priorizarlas de acuerdo a cada realidad, inclusive en torno a factores integradores. Por ejemplo, ¿qué rol están jugando entidades multilaterales técnicas y financieras? ¿Cómo cambia y qué consecuencias tendrán estos nuevos roles? Ese tema amerita un nuevo post para más adelante.

2 comentarios en “La pandemia y los censos de cuatro sistemas estadísticos

  1. Byron, que bueno estas registrando las situaciones de los censos ante la pandemia. Mi duda de hecho es cuanto las situaciones de los países son consecuencias de los que ya pasa en estos países por años, no solo resultados de años más recientes, y cómo la pandemia ha cambiado o dado más visibilidad a los problemas. Otra duda que me queda es que para el caso de Brasil, parece que tu sugiere que hasta 2020 la presidencia no defendía el censo y paso a defenderlo después del inicio de la pandemia. ¿Te entendí bien? Si es esto, quizá amerita un análisis más amplio de que significa “defender”. En mi opinión, la dirección anterior no «defendía» el censo demográfico, pues retrasó mucho el inicio de los preparativos del censo demográfico (incluso no le daba la debida importancia), ya que estuvo involucrada en hacer y corregir el Censo Agropecuario y el presidente anterior incluso declaró que no entendía nada de demografía. También no creo que la gestión anterior no «defendió» el censo cuando trato de proponer un cuestionario mucho, pero mucho, más amplio que el de 2010, sin análisis adecuados de los cambios propuestos, solo hinchando el cuestionario, en un escenario de crisis fiscal en el país. O sea, la palabra «defensa» puede ser usada de muchas maneras, por ello quisiera entender mejor en qué sentido tú la usas. La verdad es que el caso de Brasil amerita un registro importante de la situación insana pasada, con variados ángulos de visión. Pero la verdad es que esta telenovela todavía no ha terminado. Estamos luchando para recuperar el presupuesto del Censo Demográfico, pero aún muchos luchan en contra. Ojalá sea posible conseguir el presupuesto y que, como tu citas de Ecuador, y como dijo un demógrafo de Brasil, que IBGE no ve al CTI, porque el oxigeno ya le falta. Y de hace mucho, el presupuesto para personal y las encuestas, censos y conteos, incluso el conteo de medio de década ha fallado. Desde la década de los 2000 con un conteo parcial (un chiste) y se agravo en la década de 2010 con su no realización. O sea, estamos en el oscuro demográfico desde 2010.

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  2. Pingback: Do we need a census in the middle of a pandemic? | OLAC

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